Colombia está empeñada en mostrarle a Estados Unidos que la paz con la guerrilla FARC supondrá menos producción de cocaína. Pero, a pesar de los logros exhibidos esta semana, un año después de la firma del histórico pacto hay más dudas que certezas.
- El reto de la "bicicleta estática" -
Tras superar cinco décadas de conflicto armado, Colombia, mayor productor mundial de cocaína y origen de más del 90% de esta droga en Estados Unidos, afirma que ahora puede acabar con los cultivos ilícitos y "salir de la 'bicicleta estática' de la erradicación y la resiembra".
Así lo aseguraron en Washington días atrás el vicepresidente Oscar Naranjo y la canciller María Angela Holguín. Ambos, integrantes del equipo negociador de paz, defendieron ante sus homólogos estadounidenses Mike Pence y Rex Tillerson la nueva estrategia antidrogas, que incluye la erradicación forzosa manual y programas de reemplazo de plantíos de coca.
El gobierno colombiano ya firmó acuerdos sobre la sustitución de cultivos ilícitos que abarcan más de 115.000 familias y casi 90.000 hectáreas de coca. Y el martes 5 anunció el cumplimiento de su meta anual de erradicación forzosa: 10 áreas que suman 500 km2, "el tamaño de Singapur".
El plan "es viable", pero enfrenta "muchos obstáculos", entre ellos los disidentes de las FARC que siguen involucrados en el narcotráfico, dijo a AFP Michael Shifter, presidente del centro de análisis Diálogo Interamericano.
"La paz podría ayudar a reducir los cultivos de coca, pero todo depende de la efectividad del gobierno para transformar las áreas rurales y dar a los agricultores alternativas significativas", opinó.
La Fundación Ideas para la Paz (FIP), que monitorea el proceso de sustitución, proyectó una reducción de poco más de 10.000 hectáreas para finales de 2017, o sea, 20% de la meta anual.
Las FARC, convertidas ahora en un movimiento político, siguen siendo consideradas una organización terrorista por Estados Unidos, lo cual afecta el viraje hacia economías rurales lícitas.
"El programa de sustitución, que se hace en colaboración con las FARC, no puede recibir ayuda estadounidense por esta razón", explicó a AFP Juan Carlos Garzón, investigador de la FIP y Global Fellow del Wilson Center.
- El fantasma de la descertificación -
El gobierno de Donald Trump sigue considerando a Colombia como un aliado clave en la región, pero cuestiona que las FARC estén involucradas en los esfuerzos antidrogas y no oculta su inquietud ante lo que considera una "extraordinaria expansión" de los narcocultivos.
Según Naciones Unidas, entre 2014 y 2016 las hectáreas cultivadas de coca se dispararon de 69.000 a 146.000, y la producción del alcaloide pasó de 442 a 866 toneladas.
Por esto, Trump amenazó en septiembre con descertificar a Colombia en su compromiso antinarcóticos, lo cual afectaría la millonaria ayuda estadounidense que debe definirse en el presupuesto en discusión.
A Washington poco parece importarle la incautación récord de este año: 410 toneladas de cocaína pura, "que en los mercados de Nueva York alcanzaría un costo de 12.100 millones de dólares", según señaló Bogotá el martes 5.
"Hay una gran preocupación sobre el aumento en la producción de coca (...) Y si los números no bajan, Estados Unidos presionará mucho al gobierno colombiano", apuntó Shifter, que desestimó la descertificación. "Eso sería un extremo y realmente podría dañar la relación con un importante aliado en Sudamérica".
Garzón coincidió. "Está Venezuela y a Estados Unidos le interesa tener a Colombia como aliado. Y Colombia no tiene las características de los países que suelen ser descertificados: no es un narcoestado".
"Además, el año próximo Colombia tendrá un nuevo presidente. Sería una muy mala bienvenida".
- La "incertidumbre" electoral -
Juan Manuel Santos, Nobel de la Paz por poner fin a cinco décadas de conflicto armado, entregará el poder en agosto de 2018.
"Se viene un año difícil para el proceso de paz en general. Por las elecciones y la incertidumbre", afirmó Garzón.
Shifter advirtió que podría haber incluso otro plan antidrogas.
"No sabemos si el próximo gobierno estará comprometido con las mismas políticas que Santos. En este momento hay una completa incertidumbre", señaló.
Para el analista, incluso si el nuevo presidente es Humberto de la Calle, el jefe negociador del acuerdo de paz y probablemente el más comprometido con su implementación, su gobierno tampoco será fácil.
"Tendrá problemas burocráticos, políticos, financieros, mucho tiene que conjugarse para que realmente tenga éxito en esta estrategia antidrogas", aseguró.
"¿Es posible? Sí. ¿Va a ser fácil? No, va a ser muy, muy difícil".